jueves, 28 de enero de 2021

EL POLTERGEIST DE ENFIELD

 La secuela de la exitosa película “El Conjuro”, dirigida nuevamente por el director James Wan y protagonizada por los actores Patrick Walker y Vera Farmiga (interpretando al célebre matrimonio de Ed y Lorraine Warren, los demonólogos que, entre otros casos, investigaron los sucesos provocados por la muñeca diabólica Annabelle), se basó, al igual que la primera película de la saga, en un caso cien por ciento real: el llamado Poltergeist de Enfield.


En el Conjuro 2, los Warren, en una de sus más aterradoras investigaciones paranormales, viajan al norte de Londres para ayudar a una madre soltera que cría a cuatro hijos sola en una casa plagada de espíritus maliciosos.

Historia Real

Los sucesos reales que inspiraron la película “El Conjuro 2” se remontan a finales de agosto de 1977, y ocurrieron en una vieja vivienda ubicada en el 284 de la calle Green Street, en el barrio de Enfield, al norte de Londres, en Inglaterra. La señora Peggy Hodgson, una mujer divorciada de 40 años que vivía allí junto a sus cuatro hijos (Margaret, de 12 años, Janet, de 11, Johnny, de diez, y Billy, de siete), despertó una noche en medio de la madrugada debido a que Janet y su hermano Johnny se quejaron de que su cama no paraba de moverse, sacudiéndolos de arriba abajo.

Cuando la mujer entró a la habitación de sus hijos no presenció nada anormal, pero a la noche siguiente los niños afirmaron que ahora se escuchaban unos extraños ruidos procedentes del suelo de la habitación y que una de las sillas no paraba de moverse. La mujer, pensando que se trataba de una nueva jugarreta de sus hijos, se disponía a reprenderlos cuando se percató que un pesado baúl que había sido utilizado para la mudanza se había desplazado de su sitio.

La mujer a duras penas lo movió contra la pared, pero cuando se giró para marcharse de la habitación, el baúl volvió a moverse por sí solo, quedando exactamente en la posición original. En ese momento se convenció de que “allí ocurría algo inexplicable”.

Aterrorizada por estos extraños sucesos, la mujer salió de la casa y pidió ayuda a sus vecinos, Vic y Peggy Nottingham. Vic, un corpulento constructor, relató posteriormente que “entré a investigar y no podía distinguir de donde provenían estos ruidos, pues se escuchaban golpes en la pared, en el dormitorio y en el techo. Reconozco que comencé a sentirme muy asustado”. La familia Hodgson y los Nothingham decidieron entonces llamar a la policía.

La agente de policía Carolyn Heeps, tras entrar a la casa, aseguró que “un gran sillón se movía, sin ayuda, por todo el suelo. Inspeccioné ese mueble para ver si había cables ocultos, pero no pude encontrar ninguna explicación de lo que había visto”.

En los días siguientes los ruidos persistieron y comenzaron a volar los juguetes por la habitación de los niños, por lo que la señora Hodgson y los vecinos decidieron llamar a la prensa. El diario Daily Mirror envió entonces a George Fallows, uno de sus redactores más veteranos, al fotógrafo Graham Morris y al reportero Douglas Bence.

Morris, que en el interior de la casa sufrió un golpe en la frente por un ladrillo de lego que salió disparado por el aire cuando intentaba tomar una fotografía, relató que aquello “fue un caos, las cosas comenzaron a volar alrededor y la gente estaba gritando”. Posteriormente un equipo periodístico de la BBC también visitó la casa, pero el equipo se encontró con que los componentes metálicos en sus equipos de cintas se habían torcido, y todas sus grabaciones se habían borrado inexplicablemente.

Luego que el periodista George Fallows llamara a la SPR (Sociedad para la Investigación Psíquica), llegó a la casa de Enfield Maurice Grosse, uno de sus miembros residente en la zona norte de Londres, quien presenció cómo en la habitación de Janet, cuando ésta se encontraba dormida, una silla de la habitación comenzó a flotar en al aire.

“Tan pronto como llegué, me di cuenta de que el caso era real, porque la familia estaba en mal estado. Todo era un caos. Vi piezas de Lego que volaban a través del cuarto, y pedazos de mármol que cuando los recogía estaban calientes. Algunas puertas se abrían solas, sentí una especie de gran brisa fría recorrer mi cuerpo y los miembros de la familia Hodgson eran arrojados fuera de sus camas por la noche. Eran típicas actividades del fenómeno Poltergeist”.

Maurice Grosse agregó que en una noche él y un vecino encontraron a uno de los niños Hodgson gritando:

“No me puedo mover! Me sostiene la pierna!”. “Parecía que unas manos invisibles lo tenían inmovilizado”, añadió.

En septiembre de 1977 el caso se publicó en los tabloides británicos y la señora Hodgson y sus vecinos participaron en un programa de TV.

Mientras tanto, los fenómenos paranormales seguían desarrollándose a vista y paciencia de los presentes: los golpes en las paredes y entresuelo de la vivienda persistían, las cortinas se mecían cuando todas las ventanas estaban cerradas, los muebles se movían y eran lanzados escaleras abajo, los juguetes y otros objetos volaban por la habitación, misteriosos charcos de agua aparecían en el suelo del dormitorio y de la nada surgían brotes de fuego que se extinguían inexplicablemente sin dejar rastro de quemaduras, además de que las grabaciones de los reporteros se borraban misteriosamente.

El Espíritu de Bill Wilkins

La mayor parte de la actividad paranormal parecía centrarse en Janet Hodgson. Entraba en trance violentos, horribles de contemplar. La chimenea de hierro de su dormitorio, en una ocasión, fue arrancada de la pared por fuerzas invisibles, y sus familiares aseguraron haberla vista levitando una vez a través de su cuarto.

Janet admitiría años después que había jugado con un tablero de Ouija con su hermana, justo antes de que esta gran actividad paranormal estallara en la casa. Y aseguró que no estaba al tanto de que entrara en trance, hasta que le mostraron fotografías de sí misma.

“La levitación me daba mucho miedo. Recuerdo también que en una oportunidad una cortina comenzó a enrollarse alrededor de mi cuello. Yo comencé a gritar porque pensé que iba a morir. Mi madre tuvo que usar toda su fuerza para hacerla pedazos y liberarme”.

El suceso que más intrigó a los investigadores fue que, cuando la niña parecía entrar en trance, de su boca salía una voz áspera y masculina, que hablaba a menudo con un lenguaje obsceno. Esta identidad aseguraba que había muerto en esa misma casa.

Por ello, los investigadores concluyeron que se trataba de un hombre que había fallecido años atrás dentro del mismo inmueble. En una increíble grabación que se registró de esa voz, puede oírse que esa “persona” parece entregar un mensaje desde el Más Allá, describiendo gráficamente el momento de su muerte:

“Justo antes de morir quedé ciego. Luego sufrí una hemorragia, me quedé dormido y morí en la silla en la esquina de la planta baja”.

La misteriosa voz, que todavía se puede escuchar en las cintas de audio de hoy, correspondía supuestamente a la de Bill Wilkins, un hombre de edad malhablado y gruñón que había muerto en la casa de Enfield muchos años antes que los Hodgson habitaran la casa.

El hijo de Bill Wilkins, tras reunirse con los investigadores, confirmó todos los detalles de la historia.

Janet Hodgson relataría posteriormente.

“El hombre que habló a través de mí, Bill, parecía enfadado, porque estábamos en su casa. Me sentí utilizada por una fuerza que nadie entiende. No estoy segura de que el poltergeist fuera verdaderamente “malo”. Era casi como si quisiera ser parte de nuestra familia. Creo que en el fondo no quería hacernos daño. Se había muerto allí y quería estar en reposo. Y la única forma en que podía comunicarse era a través de mí y mi hermana”.

Janet Hodgson, en medio de los increíbles sucesos que ocurrían en su casa, pasó seis semanas en el Maudsley Hospital, en el sur de Londres Sur, donde se le sometió a diversas pruebas precisas para detectar cualquier anomalía física o mental, pero no se encontró nada y durante ese tiempo la actividad poltergeist de la casa cesó completamente.

Por ello, algunos expertos de la universidad de Birkbeck y varios investigadores del SPR concluyeron al final que toda la supuesta actividad paranormal en la casa de Enfield había sido fruto del engaño de Janet (una vez fue filmada por una cámara oculta en su habitación doblando una cuchara y saltando en su cama, como si fuera arrojada por los aires por un espíritu).

Sin embargo, en abril de 1979 el caso fue investigado en detalle por los demonólogos norteamericanos Ed y Lorraine Warren, quienes concluyeron que había sido totalmente verídico, sin mencionar que sus extraños sucesos fueron corroborados por más de 30 testigos, entre ellos varios policías y periodistas.

Janet Hodgson, quien actualmente vive en la localidad de Essex con su marido, un lechero retirado, afirmó que el caso fue totalmente real, aunque admitió que en una o dos oportunidades “fabricó” alguno de sus extraños hechos.

“Sólo el 2 por ciento de los fenómenos que ocurrieron en nuestra casa fue falso. Una o dos veces falsifiqué los fenómenos sólo para ver si el señor Grosse y un colega suyo, el señor Playfair, nos atraparían''

''Y siempre lo hacían. Cuando supe que se iba a filmar una película de todo esto, no me puso muy feliz, aunque hay que reconocer que fue un caso extraordinario, uno de los casos más reconocidos de la actividad paranormal en el mundo. Pero, para mí, es un recuerdo triste.

No tuve una infancia normal y sufrí mucho en la escuela. Me llamaban “Ghost Girl” (“La Chica Fantasma”) y una vez apareció mi foto en la primera página del Daily Star con el titular: “Poseída por el Diablo”. Fue una época muy difícil. Pasé un corto período de tiempo en el hospital psiquiátrico Maudsley de Londres, en el que me introdujeron electrodos en la cabeza, pero las pruebas demostraron que yo estaba completamente normal”.

Poco después que cesara la atención de la prensa por el caso conocido como “El Poltergeist de Enfield”, el hermano menor de Janet, Johnny, moriría de cáncer cuando apenas tenía 14 años. Su madre, en tanto, desarrolló un cáncer de mama que le quitó la vida el año 2003, sin mencionar que el propio hijo de Janet falleció a los 18 años de edad.

Consultada si todavía cree que una presencia paranormal todavía habita en la casa ubicada en el 284 de la calle Green street, en el barrio de Enfield, Janet Hodgson confesó “que mientras la gente no se entrometa con las personas fallecidas como lo hicimos nosotros con la Ouija, creo que todo estará más tranquilo. Si bien esa casa está en reposo, esa presencia siempre estará allí”.

Para corroborar las palabras de Janet, tras la muerte de su madre, Peggy Hodgson, la familia de Clare Bennett y sus cuatro hijos se mudaron a la casa. Clare confesaría más tarde.

“Al principio no vi nada, pero si me sentí muy incómoda. Definitivamente sentía que había algún tipo de presencia en la casa, como si alguien me estuviera mirando. Cuando me enteré de la historia de la casa todo tuvo sentido, así que decidimos mudarnos después de vivir allí tan sólo dos meses''

''Lo aterrador fue que la noche antes de irnos, una de mis hijas, Shaka, que en esa época tenía 15 años, me despertó muy asustada porque dijo que había visto a un hombre entrar en su habitación. “Mamá”, me dijo, “tenemos que irnos de aquí”, y eso hicimos al día siguiente”.

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