jueves, 28 de enero de 2021

EVANGELINA, LA EX-REINA DEL CARNAVAL DE VERACRUZ: UNA VIDA DE DROGAS, MITOMANÍA Y CRÍMENES

 El amor de una madre ¡vaya! quien ha escuchado esta frase varias veces. Honestamente todos sabemos que una madre es un ser muy cariñoso que da la vida por nosotros, nos consciente y esta con nosotros en los momentos más difíciles. Sin duda la imagen de una ”madre amorosa” es algo que nos da mucha ternura e incluso muchos hemos tenido madres amorosas que dan la vida por nosotros y nuestra salud ¡se hacen merecedoras de ese titulo! Sin embargo existen madres que lamentablemente no se merecen ese titulo y podrían ser más bien consideradas, unas hienas.


Para la historia del día de hoy nos vamos a ir hasta el Puerto de Veracruz, conocido por sus tradiciones, playas, lugares turísticos y gastronomía típica, sin embargo también entre las sombras existen ciertas historias que son desconocidas para muchos y que durante su tiempo escandalizaron totalmente a la población veracruzana, el día de hoy traemos la historia de Evangelina Tejera Bosada, la infame reina de Carnaval, la cual su historia y su crimen, es merecedora de una película de terror o de una serie de Netflix, vamos a conocerla.

Antes que nada, ¿quien era Evangelina Tejera Bosada?

Evangelina, nació en Veracruz en 1965, era hija de un prestigioso médico de Veracruz y perteneciente a una familia muy popular dentro del puerto. Cabe decir que la historia de Evangelina, si encaja con la típica familia de asesino serial que se muestra en las cintas con problemas familiares y abusos, cosa que no justifica sus acciones, pero sigamos.

Esta mujer creció con un padre autoritario y una madre abnegada. El padre tenía el síndrome del “Castillo de la Pureza”, pues solía encerrar a su familia en casa para que estos no salieran ya que pensaba que la madre de Evangelina, le era infiel con varios empresarios reconocidos del puerto en aquel entonces (entre estos, dueños de importantes periódicos, estaciones de radio y empresas locales con las cuales tenía contacto la familia), sin embargo aparte de esto el padre tenía un alcoholismo severo y esto provocó varios episodios violentos, incluso se dice que una vez amenazó alguna vez a su familia con una pistola.

La madre, fastidiada, tarde o temprano solicitó el divorcio y la pareja se separó cuando Evangelina tenía nueve años. Ella se quedó con su madre, pero ésta ocasionalmente le reprochaba que ocasionara muchos gastos y que como mujer difícilmente ayudaría con la manutención del hogar. Así que debido a esto, poco antes de terminar la secundaria se mudó con su padre, quien no sólo la recibió con cariño, sino que le pagó clases de tenis y piano, e hizo lo posible por mejorar su educación.

En pocos años Evangelina se convirtió en una muchacha que atraía todas las miradas en los eventos sociales y cenas de gala a las que asistía acompañando a su padre. Fueron los años dorados de la chica. Jugaba al tenis, tocaba el piano, asistía a cenas y eventos sociales en donde acompañada siempre de su progenitor. Se transformó en una hermosa mujer muy blanca, rubia, con grandes y expresivos ojos verdes que todos los solteros deseaban para si.

Las fiestas del Carnaval de Veracruz son uno de los acontecimientos sociales más importantes de esa ciudad. Cada año, en febrero, se celebra el Carnaval. Carros alegóricos, desfiles, disfraces, comparsas, fiesta en las calles. Como marca la tradición de los carnavales, se elige a una pareja real, los llamados “Monarcas de la Alegría”: el “Rey Feo” y la “Reina del Carnaval”. En Veracruz, este cargo lo obtiene quien recauda mayor cantidad de dinero a través de una especie de campaña y gracias a las influencias de su padre, Evangelina fue seleccionada. Y así se convirtió en la Reina del Carnaval de Veracruz en 1983. Su nombre como reina era Evangelina Segunda. Para entonces tenía dieciocho años y un brillante porvenir. A su lado estaba el “Rey Feo”: Octavio Mardones “Tavo”, un barbudo adolescente.


Para ese entonces, el gobernador del estado de Veracruz, Agustín Acosta Lagunes, accedió a coronar a Evangelina. Sin embargo, al final no asistió. Ya que en las semanas anteriores al Carnaval, la muchacha se dedicó a asistir a reuniones de sociedad, siempre del brazo de su padre.

Sin embargo se cuenta otro lado también de la historia y ese nos dice que Evangelina siempre buscaba relacionarse con hombres que la maltrataran. De hecho, varios de sus novios de adolescencia lo hacían y al tiempo que su fotografía aparecía en los periódicos adornando las crónicas de la sección social, ella comenzaba a abusar del alcohol y utilizaba diferentes drogas, las cuáles consumía desde los quince años, principalmente marihuana y cocaína e incluso pasaba las noches en fiestas y en discotecas famosas como “Perro Salado”, el antro más famoso de Veracruz en los años ochenta.

Para 1983, en el Carnaval de Veracruz de 1983 se vio a Evangelina celebrando al lado de cantantes mexicanas famosas como Lila Deneken y Dulce, y de actores como Abraham Méndez (hermano menor de la actriz Lucía Méndez) y Raymundo Capetillo. Incluso apareció en el programa televisivo de espectáculos más famoso de la época en México: ”Siempre en Domingo” conducido por Raúl Velasco, así como en varios noticieros y programas de televisión. Su belleza pronto la llevaría a salir en revistas y periódicos.

El martes 8 de febrero de 1983 comenzó el Carnaval. La gente quemó en la calle un muñeco de tres metros de altura que representaba al mal humor. Al otro día, Evangelina recibió del Comité Organizador el vestido que luciría durante su “reinado”. El jueves 10 de febrero, Evangelina Segunda coronó al “Rey Feo”, Tavo Primero, en una ceremonia muy concurrida y para el viernes 11 de febrero a las 19:30 horas comenzó el desfile de Evangelina y su séquito. Mismo que salió del Teatro de la Reforma y desfiló por las calles en medio de grupos folklóricos, comparsas, agrupaciones musicales, la Banda de la Marina y alrededor de cincuenta mil personas que la ovacionaban desde las banquetas.

La chica iba radiante, robaba miradas; su vida era una fiesta, todos querían ser como ella, su presencia un éxito, era la figura viral de esos tiempos por así decirlo y como una ironía, justo como si se tratase de un mensaje del destino, la reina llegó hasta el Parque Zamora y a las calles de Independencia y Rayón en donde termino el desfile, justo enfrente de un tétrico edificio de departamentos donde, tiempo después, cometería los crímenes que destrozarían a la sociedad de aquella ciudad costera.

Tiempo después de su reinado durante Carnaval, la vida de Evangelina se vio rodeada de desastres. Ofrecía fiestas en las cuales abundaba el alcohol, sexo, drogas e incluso prostitución y gente de la alta sociedad, empresarios, presentadores de televisión, figuras de los medios de comunicación y personal del gobierno de Veracruz, eran participes de esto, sus orgías, no eran un secreto entre la sociedad veracruzana.

Y la chica que aparecía en los periódicos poco a poco se alejó de los reflectores, fue olvidada por los escándalos y una vida que pudo haber dedicado a cuidar su imagen y a sacarle provecho a su imagen de reina se fue desvaneciendo. Se enganchó a las drogas y cayó en depresión. Su familia cansada de sus adicciones decidió echarla de su casa y entonces fue cuando Evangelina se mudó al departamento 501, del antiguo edificio de la lotería nacional, en donde seguía realizando dichas fiestas.

Este se encuentra ubicado actualmente, arriba del local de Telas de México, en la esquina de las calles Rayón e Independencia, frente al Parque Zamora, donde seis años atrás había terminado su desfile inicial como Reina del Carnaval. Arregló su departamento, el 501, y colocó plantas en unos enormes macetones color cobre, mismos que también serían testigos de sus crímenes.


Y posteriormente en una de sus fiestas se relacionó con un hombre con el cual vivió un tiempo. Tuvo dos hijos con él: Jaime y Juan Miguel Tejera Bosada. Sin embargo, el padre de los niños nunca los reconoció y por eso llevaban los mismos apellidos de su madre. Luego él la abandonó. Se rumora que este hombre era una figura importante de los medios veracruzanos y una figura influyente entre los empresarios veracruzanos, pero solo quedo en rumor.

Después de su fallida relación, se hizo amante de un médico muy afamado y para su suerte, casado, quien también terminó por dejarla. Se cuenta que debido a sus exagerados gastos en fiestas, Evangelina perdió todo su dinero. Esta le pidió ayuda a su familia, quienes a regañadientes accedieron a encargarse de su manutención y la de sus hijos. Tenía continuos conflictos con su hermano menor y además, era conocida su tendencia casi patológica a mentir e inventar historias descabelladas donde ella era la protagonista. Su mitomanía sería uno de los rasgos de personalidad más acusados.

Sin embargo, Evangelina no supo valorar el apoyo de su familia ya que seguía haciendo sus fiestas con empresarios veracruzanos y personas de la alta sociedad del puerto, los cuales eran testigos de los primeros maltratos que daba hacia a sus hijos y estos no decían nada, guardar la apariencia, era lo más importante. Y así, Evangelina, bajo los efectos de las drogas encerraba a los niños en su cuarto a punta de golpes mientras ella se drogaba junto a sus amigos y tenía relaciones sexuales con varios de ellos. Incluso se dice que los dejaba sin comer por días y los dejaba encerrados por semanas, corrían el alcohol y la cocaína, y el sexo era la constante. La mayoría de los asistentes eran jóvenes de la alta sociedad veracruzana y los herederos de las familias pudientes, Evangelina también consumía grandes cantidades de medicamentos, entre ellos Tegretol, Lexotan y Valium. De hecho existen incluso nombres y testigos de esto que aún viven, sin embargo, han callado y siguen sin hablar hasta el momento.

Para 1989, debido a su adicción, su familia dejo de ayudarla económicamente y por si fuera poco Evangelina no tenía trabajo. Vivía de lo que le iban prestando. No tenía dinero y el poco que obtenía lo gastaba en droga. Extrañaba los viejos tiempos, la atención de la gente, el impostado glamour de ser una ex Reina del Carnaval de Veracruz. Además, sus hijos la fastidiaban. No podía mantenerlos y tampoco lo deseaba. Los golpeaba frecuentemente y los dejaba abandonados durante días, sin comer.

Entonces fue cuando el día 18 de marzo de 1989, uno de los crímenes mas atroces del Puerto de Veracruz se escribiría y en un arranque de furia influenciada por el uso de drogas y el llanto de los niños los cuales imploraban no ser golpeados y el cariño de su madre, Evangelina cometió el peor de los actos. A las 10:30 horas, Evangelina aprovechó la soleada mañana para realizar su propósito. Comenzó a golpear a su hijo Jaime de tan solo 3 años y no conforme con esto, lo tomó de los pies y lo azotó repetidamente contra el piso, destrozándole el cráneo, causándole de forma despiadada desangramiento y exposición de masa encefálica

Y por si cuera poco, no se detuvo hasta cerciorarse de que estaba muerto. Y posteriormente, fue después por Juan Miguel, el menor, quien tenía dos años. Y lo ejecutó de la misma manera en la sala de aquel departamento y la Ex- Reina lo golpeó de la misma manera que a su hermanito hasta causarle la muerte. Los golpes astillaron el cráneo de los pequeños y los fragmentos óseos se incrustaron en el cerebro.

El suelo quedó manchado de sangre que la asesina ni siquiera se molestó en limpiar. Posteriormente, en su afán por desaparecer la evidencia, Evangelina metió los cuerpos de sus hijos al horno de su estufa, para según ella incinerarlos, pero solo consiguió cocinar los cuerpos ya que el horno no tenía la potencia suficiente para hacer cenizas los cuerpos y los cadáveres solamente se cocieron.

Lo que siguió quedaría grabado para siempre en la memoria colectiva de la ciudad. Evangelina colocó los cadáveres sobre la mesa. Después tomó varios cuchillos para cortar carne y con frialdad y metódicamente, desmembró a sus dos hijos. Les cortó las piernas, cercenó sus brazos, y finalmente les arrancó la cabeza. Tras dejar el tronco, procedió a enterrar los trozos en los enormes macetones que poseía y depositó allí los cadáveres para después rellenar con tierra el espacio faltante. Posteriormente arregló las plantas que adornaban aquel lugar. Liberada de sus hijos, Evangelina aún se dio tiempo para llevar los macetones y colocarlos en la terraza de su departamento. La gente podía contemplarlos desde la calle; muchas personas los vieron y allí permanecieron más de un mes, mientras Evangelina continuaba con su vida sin algún remordimiento o cargo de conciencia, y la asesina continuo ofreciendo sus ya conocidas fiestas, y cuando la gente le preguntaba por sus hijos, ella contaba que se habían ido con su padre. Incluso la ropa y los juguetes de los niños se quedaron donde estaban en el momento de su muerte; nunca guardó sus cosas.

De hecho, en muchas ocasiones como si se fuera un chiste de mal gusto, Evangelina se permitía hacer bromas sobre sus hijos, incluso una broma con una amiga (otra dama reconocida dentro del ramo de empresarios veracruzanos) que la visitó y le mostró las plantas que salían de los macetones, la amiga le preguntó su método para hacer que las plantas crecieran de esa manera y Evangelina entre risas dijo que crecían así porque las abonaba muy bien.

Fue su hermano menor, Juan Miguel, quien tenía diecinueve años de edad, quien sospechó sobre la extraña ausencia de sus sobrinos y sería ante él que Evangelina, en un arranque de llanto, confesó que los niños estaban en las macetas. Su hermano horrorizado ante aquello acudió de inmediato a la policía y la denunció.

Posteriormente, los agentes llegaron al edifico de la Lotería Nacional y entraron al departamento. Revisaron la casa y removieron la tierra y las plantas de los macetones, pero para ese momento, los cadáveres estaban totalmente descompuestos y solo encontraron carne calcinada y huesos. Se cuenta que sacaron los trozos de piernas, brazos, dedos, manos y de la cabeza ante la mirada vidriosa de Evangelina, quien repetía que los niños habían muerto por desnutrición y que ella se había limitado a sepultarlos, debido a la falta de dinero, sin embargo se encontraron evidencias de una muerte violenta y Evangelina fue detenida y trasladada a la agencia del Ministerio Público. Ella se justificó diciendo que padecía trastornos psiquiátricos y que se encontraba en tratamiento desde un año atrás. Sin embargo, no se pudo librar ya que su hermano mencionó que Evangelina era una persona muy mitómana.

Se sabe que la detención le causó a Evangelina mucho daño, no podía consumir drogas y presentó síndrome de abstinencia. Le hicieron toda clase de pruebas de laboratorio para averiguar si era adicta y a qué sustancia. También se nombró a un coadyuvante, quien se encargó de que la asesina no pudiera evitar ser encarcelada alegando enfermedad mental. Presionada por la fiscal Nohemí Quirasco, finalmente se derrumbó y aunque el abogado de Evangelina rechazaba constantemente el interrogatorio de la fiscal, esta terminó por derrotar psicológicamente a la antigua reina.

Ante los periodistas que alguna vez la ensalzaron, adoraban y mostraban como la perfecta representante de la belleza que ahora la acribillaban con preguntas, lloró y les pidió que la dejaran en paz. Los medios del puerto de Veracruz se engolosinaron con la historia, la caída de la Reina vendía cientos de periódicos.

El juez primero de primera Instancia, Carlos Rodríguez Moreno, dictaminó que Evangelina sí había matado a sus hijos y se basó para ello en las pruebas periciales, los testimonios y las opiniones de expertos que analizaron los cuerpos de los menores y encontraron indicios de una muerte violenta. También se pronunció sobre la salud mental de Evangelina, tratando de que no se le encarcelara, pues opinaba que era una enferma mental.

En un largo juicio y muy controversial, se determinó que a Evangelina se le internara en un hospital psiquiátrico. Pero no fue así: Evangelina terminó en el penal “Ignacio Allende”, donde fue encerrada junto a los demás criminales. Al principio la mantuvieron sedada y bajo vigilancia para evitar que se suicidara. Luego la dejaron en contacto con los demás reos y el miércoles 12 de abril de 1989, tras una semana de haber quedado abandonados en el Servicio Médico Forense, los cadáveres despedazados de los niños fueron reclamados por sus familiares. Se celebró una misa en la iglesia de Santa Rita de Casia, a la que asistieron quinientas personas, en la cual el sacerdote pidió a los asistentes no juzgar a Evangelina, ya que eso le correspondía a Dios.

Se dice que sin ningún remordimiento, Evangelina se adaptó tan bien en el penal “Ignacio Allende” que dio clases de aerobics y fue nombrada reina del carnaval de los presos. En Pacho Viejo, una prisión en Perote, a donde fue transferida, conoció a su futuro esposo Óscar Sentíes Alfonsín “el Güero Valli”. Este personaje vinculado con el Cartel del Golfo era el encargado de controlar parte del tráfico de drogas dentro de la prisión. La pareja vivió su idilio en varias prisiones gracias a las influencias del Güero. Hasta que éste fue asesinado en una celda de castigo, donde se encontraba por haber organizado un motín en Coatzacoalcos. Incluso en el Penal de Allende, Evangelina compartió celda con Virginia Juárez Fernández, quien el tres de septiembre de 1999 mató a machetazos a su esposo.

En su estancia en el penal ”Ignacio Allende” el infierno carcelario la golpeó de lleno: hacinamiento, pésimas condiciones sanitarias, mala comida, trato déspota de parte del personal, agresiones de los otros presos, mal servicio médico. Y por encima de todo, el estigma de ser una filicida. Sufrió agresiones de parte de otras reas mientras afuera la sociedad porteña pedía su cabeza

En cuanto a los cuerpos de los pequeños, estos fueron trasladados por las mismas calles que años atrás recorriera su madre encabezando desfiles. La gente vio pasar el cortejo fúnebre. Muchas mujeres lloraban y otras gritaban insultos contra la asesina. De hecho, un grupo de ellas esperó al cortejo con pancartas, a la entrada del Panteón Municipal, pidiendo castigo ejemplar para la ex Reina del Carnaval y a aquellas personas que habían sido cómplices de los maltratos que daba a sus hijos, mismos que quedaron en silencio y hoy siguen, vigentes, en las calles del puerto con un secreto que les es mejor, no contar para seguir viviendo una vida de falsa moral, alejada de aquellas fiestas llenas de drogas y sexo a donde asistían.

Evangelina, se convirtió en una figura central en los chistes, ya que quería poner un Jardín de Niños (vaya ironía) y también era invocada para disciplinar a los infantes:

“Si te portas mal, vendrá la Reina Asesina por ti”, decían los padres en aquel entonces. El edificio donde se encontraba su antiguo departamento se incendió a finales de los noventa. Y los dueños decidieron desalojar a los otros inquilinos y finalmente, se convirtió en una propiedad abandonada, presa del deterioro. Nunca volvió a ocuparse.

Aún forma parte de los escenarios veracruzanos, sin embargo su historia ha sido olvidada, dejada atrás en una sociedad llena de secretos. Se cuenta la leyenda de que los fantasmas de los dos niños se aparecen en el lugar, gritan, piden ayuda e incluso juegan entre las paredes y el polvo de aquel abandonado edificio que guarda las almas de aquellos inocentes a quienes su madre arrancó la vida de manera despiadada un 18 de marzo de 1989 a las 10:30 de la mañana.

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