miércoles, 20 de enero de 2021

LA LEYENDA DE HUA MULAN

Hua Mulan, fue una figura legendaria en la antigua China, vivió durante la dinastía Wei del Norte. Su historia fue descrita originalmente en una canción popular, ya que no fue registrada por un historiador oficial de China. Se trata de la canción folclórica que lleva por título “Balada de Mulán”. Una balada que logró que su heroica fama se prolongara durante miles de años.

La “Balada de Mulán” cuenta su historia de forma muy clara y concisa. De esa forma narra cómo su anciano padre recibió la orden de luchar en la guerra y cómo Mulán decidió unirse al ejército en su lugar. En la antigua China, los ejércitos constaban solamente de hombres, así que Mulán se vio obligada a disfrazarse para poder llegar a combatir en el campo de batalla. Durante muchos años, soportó la vida militar sin que se descubriera su verdadero género.

A diferencia de muchos otros que se lanzaban a las batallas con la esperanza de obtener méritos militares y ser promocionados, Mulán se había unido al ejército por una sencilla razón: cumplir la obligación de su padre en el ejército, expresar el amor filial a sus progenitores y cuidar a su hermano menor. Tal vez por todo ello, Mulán luchó con valentía y coraje en numerosas batallas, obteniendo a cambio significativas condecoraciones militares.

Cuando terminó su servicio en el ejército, el emperador quiso concederle un puesto de alto rango en la corte como recompensa a su valor. Sin embargo, ella renunció a todo y solicitó que le fuera permitido regresar a su ciudad natal como cualquier otro ciudadano civil. Finalmente, regresó a casa y se reunió felizmente con su familia. 

Una vez en su hogar, Mulán cambió sus ropas militares por ropajes femeninos, presentándose frente a los compañeros soldados que la habían acompañado en el camino de vuelta a casa. Fue entonces cuando todos quedaron sorprendidos al darse cuenta de que Mulán era, en realidad, una mujer.

En la historia original, Mulan nunca llega a ser desenmascarada por ser mujer y, una vez finalizada la guerra, es llamada por el emperador para ser recompensada por su gran valentía, fuerza, astucia e inteligencia; sin embargo, lo único que la chica pidió era un burro para poder volver a su casa y así lo hizo: volvió a su hogar, feliz por haberlo hecho bien en la guerra y no haber sido descubierta, donde su familia la recibió con gran alegría y honor. 

Poco tiempo después, sus compañeros del ejército la visitaron en su casa y descubrieron que su rudo y valiente compañero, con el que convivieron durante 12 años, era realmente una mujer. Y así es como termina en verdad la famosa leyenda de China.

La leyenda original fue una obra compuesta en el siglo VI, mientras China era gobernada por la dinastía Tang y vivía la edad dorada del arte y la literatura. 

Esta leyenda titulada ‘La balada de Mulan’, era un poema narrativo chino de una colección de cantos que desapareció; sin embargo, se conserva una versión posterior que fue incluida en una antología de poemas líricos compilados por Guo Maoqian en el siglo XII.

La historia transcurre al norte de China, en escenarios como la Montaña Negra o el Río Amarillo y los historiadores indican que fue probablemente durante la dinastía Wei, entre los años 386 y 534.

Sin embargo, al día de hoy se desconoce si esto fue un hecho real o no. Hay muchos historiadores que indican que la historia es perfectamente factible y, que al ser la única leyenda en China que no está basada en magia o mitología, lo más probable es que se haya tratado de un hecho.

Real o no, tanto la historia de Disney como la leyenda real nos dejan un importante mensaje sobre el amor, la familia, el verdadero honor y la igualdad de género que siempre será importante recordar.

Algunas de las características atribuidas a Mulán, como bondad, piedad filial, coraje, capacidad de resistencia ante las adversidades y actitud desinteresada frente a la fama y la fortuna, la transformaron en una mujer distinguida en la cultura tradicional, haciendo que su leyenda fuese trasmitida de generación en generación. 

Así, tradicionalmente, se destacan de la “Balada de Mulán” los siguientes párrafos:

Los insectos celebran con su canto la tarde.

Mulán está tejiendo ante la puerta.
No se oye girar la lanzadera, tan sólo los lamentos de la niña. Preguntan dónde está su corazón.

Preguntan dónde está su pensamiento.
En nada está pensando, si no es en el rey Kong, su bello amado.La lista del ejército ocupa doce rollos y el nombre de su padre figura en todos ellos.

No hay un hijo mayor para el padre,
un hermano mayor que Mulán.

«Yo iré a comprar caballo y una silla,
yo acudiré a luchar por nuestro padre.»

Ha comprado en oriente un caballo de porte, ha comprado en poniente una silla y cojín, ha comprado en el sur una brida, ha comprado en el norte un buen látigo.

Al alba se despide de su padre y su madre;
cuando anochece, acampa junto al Río Amarillo.

Ya no escucha el llamado de su padre y su madre, tan sólo el chapoteo del caballo en el agua. Al alba abandona el Río Amarillo;
cuando anochece, llega a la Montaña Negra.

Ya no escucha el llamado de su padre y su madre, tan sólo a los caballos relinchando en el monte.

Cruzó miles de millas en busca de la guerra, corrió como volando por pasos y montañas, las ráfagas del cierzo traían son de hierro, a la luz de la luna brillaban armaduras.

Allí los generales luchando en cien batallas morían, y después de haber dado diez años volvían a su casa, valientes, los soldados.

De vuelta, es recibida por el Hijo del Sol,
que se sienta en la Sala de los Resplandores.

Le concede medallas por sus méritos muchos, le ofrece alas de pato crujientes por millares. El Khan le ha preguntado qué quiere hacer ahora.

«Mulán no necesita honores oficiales,
dame un burro robusto de cascos bien ligeros y envíame de vuelta a casa de mis padres.»

Cuando escuchan sus padres que su hija se acerca, los dos salen a verla, dándose de codazos. Cuando escucha su hermana que su hermana se acerca, se arregla y se coloca delante de la puerta. Cuando escucha su hermano que su hermana se acerca, saca filo al cuchillo, sacrifica un cordero.

«He abierto la puerta de mi cuarto oriental,
y en el occidental me he sentado en la cama. Me quité la armadura que llevaba en la guerra y me he puesto la ropa que llevé en otro tiempo.

Delante del espejo, cerca de la ventana
me he peinado el cabello enmarañado
y he adornado mi frente con pétalos dorados.»

Cuando Mulán salió ante sus camaradas,
todos se sorprendieron, quedáronse perplejos.

Doce años estuvieron con ella en el ejército y ninguno sabía que era una muchacha.

Las patas del conejo saltan más,
los ojos de la hembra son algo más pequeños, mas cuando ves un par corriendo por el campo, ¿quién logra distinguir la liebre del conejo?

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