Una de las características más representativas de las brujas, además de pactar con el demonio y de participar en aquelarres, era su “capacidad” para volar.
Los otros ingredientes eran plantas como la belladona, la mandrágora y el beleño, así como el estramonio y animales como el sapo.
Dejando fuera la carne y la sangre de los niños, los ungüentos tenían un poderoso efecto narcotizante ya que todas estas plantas producen alucinaciones al igual que el sapo, el cual contiene bufotenina que es un alcaloide alucinógeno.
En un principio, las brujas ingerían estas plantas padeciendo efectos secundarios como náuseas y vómito. Sin embargo, pronto descubrieron que una forma más rápida y efectiva para poder “volar” era untarse dichos alucinógenos sobre la piel, específicamente en las mucosas genitales, por la velocidad de absorción.
De esta manera, comenzaron a aplicarse los ungüentos con un palo el cual frotaban en su área genital. Esto las hacía alucinar de una forma tan intensa que, después del trance, creían que en realidad habían volado, que habían asistido al aquelarre y que habían cohabitado con el maligno; vamos, que su vuelo efectivamente había sido "in corporis".
No hay comentarios.:
Publicar un comentario