sábado, 30 de enero de 2021

HEBE, LA DIOSA DE LA JUVENTUD

En la mitología, Hebe, es hija de Hera y Zeus, diosa de la juventud, representada como una doncella muy hermosa (la de hermosos tobillos) y, generalmente, llevando un vestido sin mangas, con la tersa desnudez nacarada de una joven diosa tocada de flores y elevada al Olímpo sobre las alas del águila, icono de su padre Zeus.


En el Olimpo, los dioses se reunían para decidir sobre la fortuna del mundo, ajusticiar los actos de los hombres y velar por la seguridad de la tierra, entre otras cosas; mientras, Hebe, era la encargada de evitar que estos tuvieran sed, sirviéndoles el néctar y la ambrosía, brindándoles así la vida eterna.

Es considerada perteneciente al grupo de los dioses menores, a pesar de su valioso poder de tener la capacidad de rejuvenecer y dar vitalidad a mortales y animales. Después de que Zeus quedara prendado por Ganímedes, en el deseo de tenerlo entre los dioses en el Olimpo, acusó a Hebe de haber tropezado mientras servía para sustituirla por éste, recién traído desde la tierra por el águila que Zeus envió en su búsqueda, quedando Hebe relegada aún más a un segundo plano.
Posteriormente, al reconciliarse Hera con Heracles y ser este admitido en el Olimpo, Zeus le entregaría a Hebe como esposa, siendo símbolo de la eterna juventud recién adquirida por el héroe ahora inmortal.
Dentro del arte, el mito y las cualidades de la diosa tienen mucha relevancia, lo que ha hecho que muchos artistas fuesen impulsados a representarla añadiendo ciertos matices según la época.
En la antigua Roma, por ejemplo, la diosa, llamada Junventas, adquirió una fuerte connotación política, ya que se la utilizaba como ícono de la juventud del Estado, el cual se renovaba continuamente y reflorecía. También tenía una fuerte relación con el proceso iniciático de los jóvenes en la vida civil, los muchachos presentaban una ofrenda a la diosa cuando portaban por primera vez la toga viril.
Muy posteriormente, a finales del siglo XVII, se desarrolló una tendencia en la realización de retratos femeninos, pues todos se presentaban como personificaciones de Hebe. Claramente esto pretendía alabar la juventud y la belleza de la dama retratada.
Ya en el siglo XIX, con el recién instaurado Neoclasicismo, las escenas mitológicas relacionadas con la diosa se representaron más asiduamente, sobretodo en las que se la puede observar como sirvienta de los dioses.
La podemos ver como diosa, como etapa de la vida, como retrato de una joven dama. El culto a la juventud en sí trasciende a todos los tiempos del ser humano. De una forma u otra, como ya mencionamos, su presencia en nuestra vida es siempre deseada, añorada tras su paso y deseada desde la infancia.
Quizá en Hebe podemos establecer el ícono al que alabar, una deidad en la cual buscar la presencia de la eterna juventud más allá de los años.

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