jueves, 21 de enero de 2021

LA LEYENDA DE CIHUACÓATL: LOS ORÍGENES DE ”LA LLORONA”

Imagina que regresas en el tiempo, estás en medio de una noche lluviosa en aquella ciudad ancestral de Tenochtitlan, grandes pirámides, acueductos y canales donde circulan canoas rodean tu paso, la luz de la luna llena invade aquellas calles de la ciudad ancestral. Todo es oscuro, solo escuchas el ruido de los grillos, el agua estrellarse contra las pirámides que rodean los canales, el sonido del viento pasando entre las chinampas. Es una noche lluviosa, oscura, muy oscura.

Pero, de repente volteas hacia el Lago de Tenochtitlan, caminas hacia una de las calzadas que rodean la ciudad y debajo del agua, vez una sombra negra a la que acompaña una pequeña vibración dentro del agua. Imagina que te acercas más, te pones de rodillas frente al lago y de repente, para tu sorpresa, ves a una mujer de cabellos largos, que le cubren la cara, salir del lago. Esta mujer está sollozando para si sola, la miras a la cara y cuando menos te das cuenta, es una cara pálida, su huipil está arañado y lleno de agujeros y cuando menos lo esperas, lanza un lastimero grito diciendo que te pone la piel de gallina y hace que un escalofrío recorra todo tu cuerpo.

¡Ay, hijos, míos, a donde los llevaré ahora que se acerca vuestra destrucción!

Esta, es la historia, no de un espíritu, ni un ente (como se le ve actualmente) sino la historia de una diosa, que era sumamente importante dentro de la mitología mexica. Y si nos vamos a otras culturas, era como la Melínoe (la llorona de los griegos) para los mexicas.

Bien, algo que debes saber es que Cihuacóatl era una divinidad mexica, mitad mujer mitad serpiente. Era diosa de la tierra, de la fertilidad y los partos. Aunque de manera difusa está directamente asociada con la muerte. Su templo, Tlillan, representa las propiedades del inframundo y del vientre materno. Cihuacóatl o Ciuhcóatl en la mitología mexica es también la recolectora de almas. Es decir, cuando alguien va a morir, esta diosa hace su aparición, o cuando va a haber un desastre natural o catástrofe en donde muchos van a morir.

De hecho, esta diosa era también muy conocida por ser la de patrona de las mujeres que mueren al dar a luz, ya que ella fue la primera mujer en tener un hijo y por esto era considerada protectora de los partos y en especial de las mujeres perecidas por ello.

También era llamada Quilaztli, Yaocíhuatl (mujer guerrera y amante de los guerreros), Tonantzin (nuestra madre y curiosamente en muchos sitios de México a la Virgen de Guadalupe se le llama así, Tonantzin) y Huitzilnicuatec (cabeza de colibrí).

Se le relaciona con las tribus del norte. Es descrita como una mujer madura con la cara pintada mitad en rojo y mitad en negro, en la cabeza lleva una corona de plumas de águila, va vestida con una blusa roja y una falda blanca con caracolillos.

En la mano derecha lleva un instrumento para tejer y en la mano izquierda un escudo que hace juego con su corona. De acuerdo a la mitología mexica esta entidad guerrera les dio la victoria sobre sus enemigos varias veces. Por otra parte, se supone que fue quien molió los huesos que trajo Quetzalcóatl del Mictlán para crear a la humanidad.

Aparte, con sus poderes, ayudaba y guiaba a los médicos, a los sangradores, a las parteras y a los cirujanos.

Dentro de las historias mexicas, Cihuacóatl, antes de la llegada de los españoles juega un papel importante ya que había previsto la desgracia que caería sobre los mexicas, por esas fechas de 1500 empezó a hacer sus apariciones en el antiguo lago de Texcoco. Incluso existen registros de sus primeras apariciones, los llamados Códices, los pocos que sobrevivieron. Todos describen a una mujer que salía del lago de Texcoco gritando un lastimero grito todas las noches, recorría todos los rincones de la ciudad y posteriormente, volvía a lanzar otro lastimero grito en el lago para posteriormente desaparecer.

De hecho el sexto presagio, cuenta sobre ella lo siguiente:

”Muchas veces se oía, una mujer lloraba; iba gritando por la noche; andaba dando grandes gritos ¡Hijitos míos, pues ya tenemos que irnos lejos! Y a veces decía ¡Hijitos míos!, ¿a dónde os llevaré? ¿dónde los llevaré para que escapen de tan funesto destino?”

Se dice, que los sacerdotes mexicas primeramente y luego Fray Bernandino de Sahagún interpretaron después de la conquista esta leyenda como una advertencia por la pronta destrucción del imperio mexicano.

Volviendo al lamento de la diosa, se cuenta que los sacerdotes al oír estas palabras estuvieron de acuerdo en que aquella fantasmal aparición que llenaba de terror a la gente de la gran Tenochtitlán, era la misma Diosa Cihuacoatl, la deidad protectora de la raza.

Así bien, lo dicen las predicciones, la Diosa Cihuacoatl vaga por el Anáhuac lanzando lloros y arrastrando penas, gritando para que oigan quienes sepan oír, las desdichas que han de llegar muy pronto al Imperio.

En ese entonces, los sacerdotes decían que Cihuacoatl, la diosa había salido de las aguas y había bajado de la montaña para prevenir de la suerte que correrían los mexicas. La leyenda dice que los sacerdotes, subieron a lo alto del templo en una noche de cielo estrellado y de gran luna blanca justo frente al lago de Texcoco.

Mientras intentaban entender las estrellas y las constelaciones, de la nada, les interrumpió un frío y alarmante grito que también estaba lleno de dolor y sobrecogimiento. El sonido era tan fino que no podía salir de otro lugar que la garganta de una mujer. El mismo grito recorrió toda el agua, rebotó en todos los montes de alrededor y llegó a cada talud de cada templo alrededor. Uno de los más viejos sacerdotes solo tuvo oportunidad de decir: “Es Cihuacoatl” hasta que la grandiosa criatura emergió de las aguas, pero no en forma atemorizante, sino como modo de advertencia.

Fue así como de pronto estuvieron en lo más alto del templo para observar a lo lejos la figura de enorme cabellera, con un par de cornamentas, que se arrastraba vaporosa bajo la noche que todavía estaba llena de estrellas.

Una vez tuvieron a la vista a esa mujer sollozante, un silencio invadió la noche y un lastimero grito interrumpió aquella noche.

“Hijos, nuestra destrucción se acerca”

Y casi como respuesta, entre los lamentos que todavía seguían escuchándose por las faldas de los montes, la misma voz se dejó escuchar diciendo

“¿A dónde irán hijos míos? ¿Adónde los llevaré para que escapen de su terrible destino? ¡Están a punto del fin!”.

Pasadas las horas, los sacerdotes consultaron con los habitantes de Tenochtitlán para descubrir que aquella figura llena de tanto dolor era la diosa Cihuacóatl, reconocida como la madre creadora y protectora de toda la humanidad, y que el aviso terrible no devenía de la nada.

Según escucharon los sabios, otros muchos más antiguos y más conocedores que estos, una vez habían alertado que cuando Cihuacóatl apareciera sería presagio del fin del reino de Moctezuma a manos de:

“Hombres extraños que vendrán por el Oriente y sojuzgarán a tu pueblo y a ti mismo, y tú y los tuyos serán de muchos lloros y grandes penas y que tu raza desaparecerá devorada y nuestros dioses humillados por otros dioses más poderosos”

También, Cihuacoatl suele ser reconocida como la mujer serpiente, la mujer mitad serpiente o la serpiente hembra. Para las más antiguas civilizaciones, venía siendo el primer ser que dio a luz y que dio paso a la humanidad con ayuda de Quetzalcóatl.

La manera en que se dio fue tras haber molido los huesos de todas las civilizaciones previas y mezclarlos con su propia sangre. De la misma manera, a Cihuacoatl se le considera madre de Mixcóatl, a quien dejó abandonado en una encrucijada y por quien luego sollozó durante la eternidad.

Entre otros significados a esta figura religiosa se la relaciona con el sacrificio maternal. Debido al dolor por el hijo perdido, decidió tomar un cuchillo y hacer un sacrificio. De ahí que también sea relacionada con la figura de las mujeres nobles que fallecen en pleno parto.

A raíz de estos relatos es de donde muchos investigadores concuerdan que puede tener su origen la famosa leyenda de la Llorona. Después de la llegada de los españoles la historia de Cihuacóatl se fue transformando poco a poco. Incluso, durante la época colonial, comenzó a hablarse de una mujer que vagaba por las calles después del toque de queda, llorando y gritando por sus hijos, misma que emergía del lago de Texcoco durante los primeros años de la conquista de México.

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