La sociedad vikinga era predominantemente rural y agrícola por lo que tener descendencia era vital para mantener un futuro en el grupo. Vivían en un mundo ajeno al resto de la Europa cristiana. Para el vikingo, la tribu y el clan eran de vital importancia. Los vikingos eran seguidores del modelo del sexo único, que se basaba en la creencia de que las mujeres y los hombres representaban dos formas distintas de un solo sexo esencial, es decir, que las mujeres y los hombres compartían la misma estructura reproductiva, siendo la única diferencia que los genitales masculinos quedaban fuera del cuerpo, y los femeninos dentro.
Los cultos religiosos relacionados con la fertilidad eran de vital importancia ya lo sea en campos para lograr buenas cosechas, en el desarrollo de la ganadería, pero sobre todo era fundamental para asegurarse la continuidad del grupo humano.
El tema de la fertilidad en el mundo vikingo tenía una gran importancia y ahí juega un papel primordial el Dios Freyr, el cual tenía un gran falo. Este Dios ocupaba en el mundo vikingo un puesto muy relevante dentro de los dioses del grupo. Tanto Freyr como su hermana Freyja representan el amor y la sexualidad desbordante. Cuando estos países son cristianizados la labor de censura de la Iglesia con estos dioses sexuales es muy intensa. La cristianización de las tierras vikingas fue un proceso muy lento y la mayoría de las veces a través de la lucha. Por eso, es difícil encontrar restos de templos vikingos.
Vemos, como la figura del Dios Freyr es más respetada por su papel patriarcal, mientras que la diosa Freyja es anulada totalmente por representar una sexualidad morbosa. La diosa Feyja fue una de las diosas más veneradas del mundo vikingo, especialmente por las mujeres ya que era muy importante tanto para la fertilidad, la felicidad, el conseguir buenas cosechas etc. La versión masculina es el Dios Frey, que como vemos, aparece siempre sentado, tocándose la barba y con un gran falo. Una de las primeras descripciones que tenemos de este Dios vikingo nos la ofrece el historiador alemán Adán de Bremen, que escribió en el siglo XI “Gesta Hammaburgensis ecclesiae pontificum” y hace la siguiente descripción de este Dios:
“Thor es el más poderoso de los dioses y gobierna sobre el trueno y el relámpago, el viento y la lluvia, la luz del sol y las cosechas. Se sienta en el centro con un cetro (Mjölnir) en su mano, y a su lado están Odín, el dios de la guerra, con su armadura completa y Frey, el dios de la paz y el amor, caracterizado con un gran falo. Todos los dioses paganos tienen sus sacerdotes, quienes les ofrecen los sacrificios de la gente. Si hay enfermedades o hambruna, se hacen sacrificios a Thor, si hay guerra a Odín y si hay matrimonios a Frey. Cada noveno año hay un blót de nueve días, una fiesta común para todos en Suecia. Luego sacrifican nueve machos de cada especie, incluso hombres, y sus cuerpos son colgados de las ramas de una arboleda cerca del templo. Nadie está eximido de este blót y todos envían regalos al santuario, incluso los reyes. Aquellos que son cristianos deben pagar una multa para no participar del blót”.
Se puede afirmar que la moral sexual de los vikingos era mucho más abierta que le que se daba entonces en el resto de civilizaciones europeas, ya entonces muy influenciadas por la cristianización. Si seguimos el relato que el musulmán Ahmad Ibn Fadlan hace de su estancia entre los vikingos, entenderemos como la práctica sexual de este pueblo era muy abierta.
“En una sala de esas casas se reúnen entre diez y veinte personas, más o menos. Cada uno tiene un lecho en el que se sienta. Con ellos están bellas jóvenes esclavas destinadas a los mercaderes. Cada uno de ellos, ante los ojos de sus compañeros, tienen relaciones sexuales con su esclava. A veces todo un grupo de ellos se unen de esta manera, unos frente a otros. Si un mercader entra en ese momento para comprar a alguna de las jóvenes esclavas y la encuentra cohabitando con ella, el hombre no se separa de ella antes de haber satisfecho sus necesidades”
El matrimonio y el divorcio
El sexo era importante a la hora de validar un matrimonio, sobre todo por esa idea de que las mujeres eran hombres imperfectos, que llevaba a la conclusión de que tanto el hombre como la mujer debían llegar al orgasmo para concebir, pues la mujer también debía aportar su semilla. El acto siempre era referido en términos de “un hombre teniendo relaciones con una mujer,” siendo el hombre el hacedor y la mujer la que era hecha. Diferenciaban el acto de penetrar, sordit, y el de ser penetrado, sordinn.
En la sociedad vikinga el papel de la mujer era muy activa, siendo su figura muy respetada. Era considerada como la dueña de la casa, manteniendo el control de todas las propiedades y no tenía que contar con la aprobación del marido en sus decisiones. La mujer vikinga sexualmente gozaba de total libertad y no dependía del marido. Como vemos, se dedicaba a llevar su casa, la crianza y educación de sus hijos, el de transmitir las tradiciones. Además, trabaja en el campo cuando el hombre estaba en la guerra, que era casi siempre. Por lo que muchas veces la alimentación de la familia dependía totalmente de ella. La mujer estaba protegida de las agresiones sexuales, como ya hemos visto y gozaba de la misma libertad sexual que el hombre.
La violación de una mujer libre suponía un gravísimo agravio para la sociedad y se solía castigar dicha violación con la muerte del violador. Como vemos, la mujer era sumamente respetada por los hombres. La legislación vikinga era muy clara respecto a esto y su incumplimiento era la condena a muerte del hombre. Los hombres vikingos tenían el derecho de portar armas. Sin embargo, las mujeres no las llevaban pero era una cuestión de honor no herir a una mujer, pues este hecho significaba un gran deshonor para el hombre,
Respecto a la edad del matrimonio en la cultura vikinga era parecida a lo que sucedía en otros pueblos europeos. La llegada de la regla a la mujer era cuando se consideraba que ya pudiera casarse. Estamos hablando de catorce o quince años en la mujer. Cuando la mujer ya había tenido su primera regla se consideraba que había llegado el momento de su madurez y estaba en condiciones de gestionar una familia. La virginidad era muy importante, pues se consideraba señal de pureza. En caso de que no fuera virgen en la fecha del matrimonio significaba poner en duda la honorabilidad de la familia de procedencia.
Los matrimonios no se concertaban por amor y estos eran considerados como un negocio familiar, donde primaban las alianzas familiares, así como las dotes aportadas por los cónyuges al matrimonio. Los padres de los contrayente establecían los acuerdos de dicho matrimonio: dote, regalos, hacienda. Llegados a este acuerdo se fijaba el lugar y el día del evento. Sin embargo, mujeres libres también podían ser concubinas, y su estatus solía ser tema de discusión en la sociedad vikinga. De hecho, era más un problema para sus posibles hijos, pues solo bastardos legítimos podían heredar. Las Sagas están repletas de estos, siendo apartados del entorno de su padre a favor de los hijos de su mujer legítima.
La igualdad entre los hombres y las mujeres vikingas queda plasmada en los casos de divorcio, pues ambos podrían solicitarlo, siempre que dicho matrimonio no fuera satisfactorio para alguno de ellos. La mujer era habitualmente la demandante del divorcio, pues para los hombres no les era beneficioso porque estaba obligado a devolver la dote.
Las mujeres vikingas solían casarse en la adolescencia, y a menudo con hombres mucho mayores, práctica habitual en la edad media en el mundo europeo. En esa misma Saga de Laxdaela una quinceañera se casa con un treintañero adinerado (se termina divorciando de él porque a él le gusta vestirse de mujer). No está claro si los vikingos veían con malos ojos el sexo premarital. Durante varios siglos funcionó el llamado matrimonio “more dánico” y era cuando un hombre se podía casar con dos mujeres, siendo los hijos de ambas legítimos.
En la Saga de Gisli Sursson, Gisli asesina al amante de su hermana mayor después de que este le robara su virtud y después se negara a casarse con ella, así que esto sugiere que no estaba tan mal visto si después la pareja que lo ha hecho tiene planes de casarse. La poligamia estaba permitida ya que podía tener a varias esclavas en su casa. También se podía dar la circunstancia de tener una segunda mujer libre.
Si seguimos el relato de la Saga vemos como una mujer llamada Unn se divorcia de su marido por no estar a la altura en la cama, y le describe el problema a su padre legislador Mord con gran detalle: “no es capaz de tener relaciones de una forma placentera… su pene es tan largo que él no siente placer conmigo, y aunque lo hayamos intentado todo para encontrar ese placer, nada funciona”.
Las causas del divorcio se debían a la falta de descendencia, factor este muy importante ya fuera por esterilidad o impotencia, pues la reproducción era básica para el grupo, como lo estamos comprobando continuamente. Otras causas que se alegaban, era la mala administración familiar, malos tratos e incluso insatisfacción sexual.
Unos capítulos después, su padre Mord, le dice al marido de su hija: “te ordeno que dejes ir a tu mujer por no joder con ella”. El evento muestra que la satisfacción sexual era crucial para un matrimonio legítimo y para la creación de descendencia. Los vikingos podían y de hecho se divorciarían si hubiese problemas en el dormitorio. Otro motivo de divorcio era cuando el marido se vestía de mujer.
Esclavas y madurez sexual
El comercio de esclavos fue uno de los principales filones económicos de los vikingos. Centraron la caza del hombre en conseguir mano de obra especialmente a lo largo del Volga y entre los pueblo bálticos. Las esclavas femeninas eran habituales y muy bien vistas. Los nobles vikingos mantenían relaciones con ellas a sabiendas de todo el mundo. No era raro utilizar a una esclava como juguete sexual. Las concubinas y las esposas podían hasta compartir techo, con las hostilidades que eso podía conllevar. La esposa vikinga tenía pleno control en su hogar, y en la Saga de Laxdaela aparece un caso de una mujer que obliga a su marido a enviar a su esclava irlandesa a otra granja.
La esclavitud sexual era muy frecuente en el mundo vikingo, ya que el comercio de esclavos era un negocio muy importante y se daba sobre todo con la zona del río Volga.
Homosexualidad
Ante la necesidad de tener descendencia hacía imposible la convivencia exclusivamente homosexual. Sin embargo, como en otras sociedades antiguas era habitual la práctica de la homosexualidad.
Los vikingos no lo consideraban mal, especialmente sí se practicaba de forma activa. Las objeciones a las relaciones homosexuales eran más bien por afectar al estatus o a la independencia más que por cuestiones morales. Con la llegada del cristianismo se produce la tradicional condena de la homosexualidad.
No hay ejemplos notorios de parejas homosexuales en los registros nórdicos; de hecho, la idea de vivir una existencia exclusivamente homosexual es un concepto moderno de la sociedad occidental actual. En una sociedad, como ésta, donde la procreación era tan importante, las conductas homosexuales eran criticadas solo cuando estos se negaban al matrimonio.
Aunque no estaba bien vista la homosexualidad, tampoco era vista como un tabú, ni nada raro, pues la moralidad vikinga era muy permisiva. La homosexualidad vikinga como en la mayoría de las culturas antiguas no estaba concebida como en la actualidad, sino era entendida como un binomio activo / pasivo. El homosexual activo era visto desde una posición de dominación, mientras que el pasivo significaba sumisión y resultaba vergonzoso para el vikingo. Así, los vikingos utilizaban los términos “ergi” o “regi” para describir al pasivo, llamándole afeminado.
La homosexualidad pasiva estaba mal vista, por ello los vikingos castraban y sodomizaban a los enemigos vencidos. El pensamiento vikingo era que si un hombre se sometiese a otro hombre en asuntos sexuales, haría lo mismo en otras áreas, sería un seguidor en lugar de un jefe o líder, o estaría en un plano inferior al otro. Por tanto, las relaciones homosexuales atañían bien a la independencia o al status de lo que la ética nórdica planteaba.
Ser usado sexualmente por otro hombre era comparado a la cobardía, asociado a la agresión sexual que se practicaba a los enemigos vencidos. Los vikingos consideraban que la vejez hacía que el hombre fuera hacia la homosexualidad. Hay un proverbio vikingo que dice “Todos se hacen homosexuales cuando llegan a la vejez”. De esta forma se iba aceptando la homosexualidad una vez que el hombre había formado una familia y se hacía anciano, es decir, una vez que había cumplido con su aportación social de familia e hijos a la sociedad.
Parece ser que existía un cuerpo sacerdotal al servicio de Dios Freyr, que eran homosexuales, pues se vestían y peinaban como las mujeres. Tenían un comportamiento claramente afeminado. Hay un manuscrito del siglo XIV donde aparece la prostitución masculina de carácter homosexual. Este papel es claro que lo ejercían los esclavos y tenían una consideración social mínima. El pago era por muy poco dinero, pero sí había prostitución homosexual es porque había demanda.
En todos los artículos de sexo hasta ahora publicados, vemos como la homosexualidad masculina está perfectamente documentada. Sin embargo, el lesbianismo no aparece y está claro que existía, pero esta no aparición de la misma se debe a que el único papel sexual que se reservaba a las mujeres era la reproductora. Aquellos escandinavos que trataran de huir del matrimonio debido a su orientación sexual eran castigados: al hombre que huía del matrimonio se le llamaba fuðflogi (hombre que se aleja de la vagina) y a la mujer que hacía lo propio se le llamaba flannfluga (mujer que se aleja del pene).
La evidencia de las Sagas muestra que la homosexualidad masculina se trataba de dos formas: no había nada extraño o vergonzoso en mantener relaciones con otro hombre si se cumplía un rol activo. Lo deshonroso era cumplir el rol pasivo. Los mitos y leyendas vikingas de la Alta Edad Media (periodo pagano) sugieren que los Dioses y héroes nórdicos solían mantener relaciones homosexuales, lo que podría indicar que la Escandinavia Vikinga Precristiana podía ser más tolerante.
En la legislación pre-cristiana no hay ninguna ley que prohíba o permita la homosexualidad, pero se menciona indirectamente numerosas veces en las leyes contra las ofensas e insultos. Por ejemplo, en el código legal Grágás hay tres términos graves cuando se llama afeminado, que dan lugar a una demanda cuando son dichos a un hombre, o si es usado sexualmente por otro hombre, entonces el perjudicado puede entablar una demanda por términos de abuso, e incluso tiene la posibilidad de vengarse en combate por esas palabras empleadas contra él.
También se menciona que aquellos que intentaban evitar el matrimonio eran penalizados por la ley. Las Sagas son relatos épicos, en donde es frecuente la aparición de prácticas homosexuales. En la saga Grettla, hay un poema Grettisfærsla, relata que ha tenido relaciones sexuales con “Doncellas y viudas, las esposas de todo el mundo, los hijos de los agricultores, deanes y cortesanos, abades y abadesas, vacas y terneros, en verdad con casi todas las criaturas vivientes”.
En la saga sturlunga Gudmund rapta a un hombre y a su esposa y planea violar tanto a la mujer como al hombre como un medio de humillación. En el manuscrito de sagas Mooruvallabok, que es del siglo XIV, se menciona el término argaskattr, lo que parece significar a la prostitución masculina.
Como podemos comprobar, la libertad sexual en el mundo vikingo era muy amplia pero esta va cambiando en la misma medida que el papel de la Iglesia se introduce en ella, produciendo unas restricciones parecidas al resto de la Europa Cristiana.
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