sábado, 30 de enero de 2021

CASANDRA Y SUS TRÁGICAS PROFECÍAS QUE NADIE CREYÓ

Casandra es uno de los grandes personajes femeninos del ciclo homérico. Una figura que, por su fuerza trágica, impactó tanto a los poetas arcaicos como a los tragediógrafos clásicos. Un personaje que ha sobrevivido a través de los siglos como representación inmortal de las desgracias que conlleva ser mujer en un mundo dominado por los hombres, el cruel destino de quien conoce el futuro pero está condenado a ser ignorado por sus semejantes.


ANTES DE LA GUERRA DE TROYA


Casandra es hija de Príamo, rey de Troya, y Hécuba, su esposa. Como una de las muchas princesas engendradas por Príamo, estaba destinada a recibir una educación palaciega y a ser prometida en matrimonio a un dirigente extranjero para consolidar las relaciones políticas de Troya. Sin embargo, desde niña, Casandra demóstró una inteligencia fuera de que era esperable para una mujer, inteligencia que se veía acompañada por un punto de rebeldía. Ambas características hicieron que Casandra se ganara una fama de desequilibrada en Troya y entre su propia familia. Sólo Héleno, su hermano mellizo, comprendía a Casandra y compartía con ella sus preocupaciones y cuitas.

Cuando llegó a la adolescencia, Casandra se convirtió en una joven hermosa, de pelo oscuro y rizado y ojos negros. Tal belleza no pasó inadvertida al dios Apolo, que quedó prendado de ella. Según algunas versiones del mito, el dios otorgó a la joven el don de la profecía como medio para seducirla, pero al negarse ella a tener relaciones con él, Apolo escupió en su boca una maldición: Casandra podría ver el futuro, pero nadie creería sus palabras. Otras fuentes afirman que fue la propia Casandra la que se ofreció sexualmente a Apolo para conseguir que éste le otorgara el poder de la profecía, sólo para negarse después a cumplir su parte del pacto, a consecuencias de lo cual el dios le lanzó la maldición. Todas as versiones coinciden en que Casandra obtuvo el poder de vaticinar lo que ocurriría en el futuro, con el castigo de no ser creída por nadie que escuchara sus palabras. En algún momento antes o después de este suceso, Casandra se convirtió en sacerdotisa de Apolo, jurando permanecer virgen hasta el día de su muerte.

Sólo una vez en toda la tradición se hizo caso de las palabras de Casandra. Cuando el joven Paris llegó a Troya para competir en unos juegos atléticos, ella le reconoció como su hermano perdido, por lo que el rey Príamo aceptó al pastor como uno de sus hijos.

Casandra no tardó en lamentar el haber reconocido a Paris como príncipe troyano. Al encargarle Príamo a éste que partiera a Grecia en misión diplomática, Casandra trató de advertir a todos de las nefastas consecuencias que este viaje tendría para Troya, Tal y como Apolo había impuesto, nadie creyó sus palabras, y Paris partió, para regresar meses después con Helena, esposa del rey de Esparta. Una vez más, Casandra advirtió a todos de la desgracia de acoger a aquella mujer en la ciudad, llegando a agredirla y romper el velo que cubría su rostro. Casandra había visto cómo mientras Troya ardía hasta los cimientos, Helena regresaba a su hogar para vivir una existencia dichosa junto a su esposo y sus hijos. Príamo, cansado de los malos augurios que salían de la boca de su hija, la mandó despedir de su presencia. Helena se quedaría en Troya, sellando de esta manera el destino de la ciudad.

DURANTE LA GUERRA DE TROYA

Casandra pasa toda la guerra de Troya augurando la destrucción de la ciudad ante todo aquel que quisiera escucharla. Sólo su hermano Héleno creía sus palabras, motivo por el cual trató de escapar de la ciudad, siendo capturado por los caudillos griegos.

Casandra predijo también a su primo y cuñado Eneas que él sería el único de los caudillos troyanos que escaparía de la ciudad en llamas, para marchar a las costas de Italia y fundar allí una nueva Troya, de cuya estirpe siglos después nacería la ciudad de Roma.

Cuando los griegos fingieron partir de nuevo hacia su patria y dejaron como presente de paz un caballo de madera, Casandra advirtió a los troyanos del peligro de aquel regalo. Al ver que, como era habitual, nadie le hacía caso, ella misma tomó un hacha y una antorcha y se dirigió hacia el caballo de madera, dispuesta a prenderle fuego. Los troyanos la detuvieron, cubriéndola de insultos y obligándola a apartarse del lugar.


Para tratar de sustraerse a la muerte segura que le sobrevendría en el momento en que los griegos tomaran la ciudad, Casandra se ocultó en el templo de Atenea, donde, abrazada a la estatua de la diosa, suplicó su protección. En aquel lugar la encontró Áyax Oileo, aún abrazada a la estatua. Pese a las súplicas de la joven y a que se encontraba en lugar sagrado, Áyax Pintura de figuras rojas que muestra la violación de Casandra a manos de Áyaxvioló a Casandra en el templo, tras lo cual ella fue conducida al campamento de los aqueos para reunirse con el resto de las mujeres troyanas que habían sido tomadas como esclavas. Atenea, que hasta el momento había estado del lado de los griegos, montó en cólera, y de acuerdo con Poseidón decidió vengarse de la mayor parte de los caudillos aqueos poniendo todo tipo de obstáculos en su regreso a la patria.

DESPUÉS DE LA GUERRA DE TROYA

Una vez en el campamento de los griegos, Casandra fue entregada como esclava a Agamenón, rey de Micenas, que quedó prendado de su belleza y decidió convertirla en su concubina. A sabiendas del destino que le aguardaba, Casandra se resignó a asumir la voluntad de su nuevo amo. Algunas fuentes indican que en el camino de regreso a Micenas, Agamenón engendró junto a Casandra una pareja de gemelos.

Cuando el rey de Micenas regresó al hogar, su esposa Clitemnestra pudo al fin cumplir su larga y meditada venganza por la muerte de su hija Ifigenia. Tras fingir una cálida bienvenida a su esposo, Clitemnestra organizó su muerte a manos de su amante, Egisto. Éste asesinó al rey mientras disfrutaba de un baño. Al morir Agamenón, la suerte de su concubina estaba echada. Clitemnestra ordenó el asesinato de Casandra, que ya sabía que la muerte le aguardaba tras su llegada a Micenas.

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