Era viernes y pensaban festejar el cumpleaños de Morgan Geyser con un pijama party que incluía pizza, disfraces y risas durante toda la noche. Esa tarde, Anissa Weier, Payton Leutner y Morgan Geyser salieron juntas del colegio donde cursaban sexto grado y fueron a la casa de la cumpleañera.
Para Payton fue una noche rara, sus amigas se mostraban un poco distintas, susurraban y cuchicheaban mucho entre ellas. Fuera de eso, todo marchó con cierta normalidad. Después de los juegos y las carcajadas, se fueron a dormir.
Por la mañana, las tres amigas de 12 años, decidieron ir al parque David para pasar el día al aire libre. Quedaba cerca de donde estaban y era un área boscosa de Waukesha, un suburbio de la ciudad de Milwaukee, en los Estados Unidos.
En los baños públicos del parque, Payton sufrió el primer ataque: Anissa intentó golpearle con fuerza la cabeza contra la pared. Payton se enojó, pero no le dio mayor importancia al incidente. Por eso, cuando le dijeron de adentrarse en el bosque para ver a los pájaros y jugar a las escondidas, fue con ellas.
Mientras Morgan empezaba a contar contra un árbol, ellas salieron corriendo a esconderse. Pero de pronto Anissa empujó a Payton y le dijo que se acostara en el piso y se tapara con ramas y hojas para no ser vista. Fue en ese momento que Morgan fue hasta ellas aprovechó para sacar el cuchillo que llevaba escondido en su chaqueta, con una hoja de 13 centímetros. Se lo dio a Anissa quien no atinó a usarlo y se lo pasó a Morgan nuevamente. Mientras Anissa mantenía a Payton contra el suelo, Morgan le susurró:
“No voy a hacer nada hasta que vos me digas”. Anissa entonces le gritó: “¡Ahora!, ¡enloquécete!”.
Morgan saltó sobre Payton y empezó a apuñalarla enloquecidamente. Fueron 19 cuchillazos: cinco en un brazo; siete en la pierna; uno le perforó el páncreas; otro le atravesó el hígado; otro más hirió el estómago y los tres restantes fueron al diafragma.
Pero el navajazo más peligroso de todos fue el que pasó a menos de un milímetro de una arteria coronaria, muy cerquita del corazón.
Payton gritaba sorprendida por el ataque y les decía que no podía ver, que no podía pararse, que no podía respirar. Anissa le dijo a su amiga herida de muerte que se pusiera boca abajo, así la sangre saldría más despacio.
Se fueron después de prometerle que irían a buscar ayuda. Vil mentira. Ellas querían que Payton muriera.
Inmutables, la dejaron desangrándose en la zanja y salieron del bosque. Se dirigieron a los baños públicos de un supermercado Walmart cercano. Ahí se limpiaron a conciencia la sangre de su íntima amiga.
Slender Man, pensaron, ya estaría muy complacido con ellas.
Era el sábado 31 de mayo de 2014. Y la edad de la inocencia había terminado.
ARRASTRARSE PARA SOBREVIVIR
Payton estaba al borde de la muerte, pero fue capaz de arrastrarse metro tras metro para salir del área dónde hubiese sido imposible que la vieran a tiempo para salvarle la vida. Tuvo la fortaleza suficiente para alcanzar un sendero. Allí la encontró el ciclista, Greg Steinberg que primero pensó que Payton descansaba al sol.
“Me puede ayudar por favor, he sido acuchillada muchas veces”, musitó Payton desde el suelo.
Steinberg llamó inmediatamente al 911 y le ofreció agua. En la llamada se lo podía escuchar consolándola: “Ya vienen, querida, ya vienen en cualquier minuto”.
Cuando llegaron la policía y la ambulancia, Payton estaba consciente. Dan Klein, el primer oficial de policía en la escena, le preguntó “¿Quién te hizo esto?”. Y ella respondió con claridad: había sido su mejor amiga, Morgan.
Payton fue llevada al hospital de Waukesha donde entró por emergencias y fue derivada rápidamente al quirófano. La compleja cirugía para reparar los daños internos y externos duró seis horas.
Stacie y Joe Leutner, sus padres, se dieron cuenta de que algo pasaba cuando el sábado por la mañana un oficial de policía se acercó hasta su casa. La noticia los dejó helados. Corrieron al hospital a ver a su hija sin entender muy bien lo que estaba ocurriendo.
Payton estuvo en cuidados intensivos durante semanas. La policía dijo a los medios: “Muchas de las heridas alcanzaron órganos vitales, pero increíblemente y por suerte la víctima sobrevivió al brutal ataque”.
DETENCIÓN Y OBSESIÓN
Morgan y Anissa fueron encontradas ese mismo día, pocos minutos antes de las tres de la tarde, sentadas al costado de la ruta interestatal 94. En una bolsa que llevaban la policía encontró el cuchillo que habían usado para ejecutar su planificado crimen. Morgan Geyser no demostró ninguna empatía con su víctima.
Anissa Weier pareció, por su lado, tener algún sentimiento de culpa por haberla apuñalado, aunque sostuvo que había sido necesario para apaciguar a Slender Man… En el interrogatorio, filmado por la policía indicó:
“Morgan dijo que teníamos que matar a Bella (así llamaba Morton a Payton)”.
Morgan Geyser fue la que tomó el cuchillo y la apuñaló mientras su amiga gritaba en el piso que no podía respirar.
A Morgan, en cambio, se la vio bailando sola frente a las cámaras del sitio del interrogatorio, desperezándose tranquilamente y haciendo caras. En el buzo que llevaba puesto tenía sangre de su amiga. Cuando entró el policía que la entrevistaría Morgan le preguntó con calma: “¿Ella está muerta?”.
El detective quiso saber si ella se arrepentía de haber apuñalado a una de sus mejores amigas. Morgan le respondió con una voz tan melosa y suave que, con solo escuchar la grabación, pone los pelos de punta: “Lo he pensado, pero decidí que el arrepentimiento no me lleva a ningún lugar… es más fácil vivir sin culpas”.
Cuando el investigador le preguntó si había pensado qué iba a pasar luego de apuñalar a Payton, imperturbable y con voz ingenua le contestó: “No sabía realmente… pensé que iba a estar en problemas… mami siempre dice que todo lo que hacés, finalmente te alcanza… y lo hizo”.
La dulce inocencia con la que hablaba contrastaba con la imagen de las 19 puñaladas que había propinado a su amiga pocas horas antes. Los detectives estaban sorprendidos y en shock.
Anissa Weier pareció tener algún sentimiento de culpa por haberla apuñalado, aunque sostuvo que había sido necesario para apaciguar a Slender Man.
A todo esto ¿quién era este Slender Man del que hablaban estas dos pequeñas de sexto grado? Se referían a un personaje ficticio creado por Eric Knudsen, en 2009, como una creepypasta (historias cortas de terror que se suelen compartirse por Internet) para el foro Algo Horrible.
Su inventor dijo haberse inspirado en los escritos de los célebres autores H.P Lovecraft y Stephen King y, también, en el surrealismo de William S. Burroughs para crear esa imagen altísima y flaca, de brazos anormalmente largos, sin rasgos faciales, vestida con un traje negro y que se encontraría viviendo en los bosques donde acosa a los niños.
Morgan y Anissa habían descubierto a Slender Man en una web de creepypasta y dijeron estar convencidas de que él era real. Habían planeado matar a Payton para proteger a sus familias de este personaje que podría lastimar a sus familiares.
Sostenían que una vez consumado el crimen ellas le habrían probado al siniestro hombre imaginario su lealtad: entonces serían sus sirvientas y vivirían con él en su gran mansión. Y explicaron que esa mansión estaba en algún lugar del Parque Nacional Chequamegon–Nicolet. Allí pretendían llegar cuando la policía las detuvo a la vera de la ruta.
El autor de Slender Man cuando se enteró de lo ocurrido lamentó mucho el hecho y dijo estar entristecido con el caso. La comunidad creepypasta sostuvo, en su propia defensa, que esto había sido un incidente aislado. Pero lo cierto es que hubo, por esos años, en los Estados Unidos, por los menos dos casos violentos más asociados a Slender Man.
Lo concreto es que esa noche de pijama party nada era muy normal, pero la madre de Morgan, Angie Geyser, no percibió ninguna señal de alarma. “Las chicas subían y bajaban las escaleras riendo y corriendo, era una noche normal”, dijo en una entrevista posterior a los hechos. Pero, pocas horas después, su hija de solamente doce años, lideraría la concreción de un siniestro plan para matar a su mejor amiga.
UN PLAN DE LOCOS
Morgan y Payton se hicieron amigas en cuarto grado. Morgan era solitaria y Payton sintió mucha pena por ella cuando la vio sentada sola en el aula. Fue entonces a acompañarla y terminaron convertidas en mejores amigas. Se visitaban después de clase, iban a dormir a sus casas y vivían haciendo bromas. Morgan bautizó a Payton, Bella.
“Ella era fue durante mucho tiempo mi única amiga”, le confesaría Morgan a la policía en el primer interrogatorio.
Morgan era decididamente una chica rara. Payton se daba cuenta de ello, pero aún así la quería. Ser rara no era una condición excluyente para su afecto hacia ella.
Todo cambió cuando, en sexto grado, entró Anissa al colegio. Morgan ya estaba obsesionada con el personaje Slender Man. Ella y Anissa congeniaron enseguida y, con Payton, pasaron a ser un trío de amigas.
Payton tuvo que aprender a aceptar a Anissa, aunque no le caía del todo bien. Fue en ese tiempo que la obsesión de sus amigas por Slender Man se volvió absolutamente patológica. Morgan y Anissa no hablaban de otra cosa. Pero nadie, más allá de Payton, lo sabía. Payton se mostraba incómoda y temía a ese personaje ficticio que ellas veneraban.
Incluso llegó a considerar terminar su amistad con ellas, pero no lo hizo. Después de todo eran sus amigas y en el colegio, ninguna de las dos tenía problemas de disciplina.
Nadie estaba preparado para lo que vendría.
Después del intento de homicidio se sabrían muchas cosas más. Por ejemplo, que Morgan y Anissa venían planeándolo desde hacía meses. Que en el bus escolar hablaban del tema aprovechando que había mucho ruido y nadie las oía. Que tenían armado un vocabulario en código para mencionar las palabras clave como cuchillo y matar sin que nadie pudiera entenderlas.
De hecho, habían planeado matar a Payton mientras dormía esa misma noche de la pijamada. Tenían pensado taparle la boca con cinta adhesiva para que no gritara y, luego, acuchillarla en el cuello. Morgan se puso el despertador a las dos de la mañana y se acostó con los auriculares para escucharlo solo ella.
Cuando sonó la alarma, Morgan despertó a Anissa, pero estaban tan cansadas y dormidas que resolvieron que era mejor dejar el asunto para más tarde, así dormían un rato más.
Se levantaron muy temprano, cerca de las seis de la mañana. Se disfrazaron de princesas y conversaban en voz baja sobre lo que harían mientras Payton se cambiaba. El siguiente plan era “hacerlo” en el baño público del parque.
Le pidieron permiso a la madre de Morgan para ir al Parque David. Antes de salir Morgan tomó un cuchillo grande de la cocina y lo escondió debajo de su campera. La idea era sentar a Payton en el inodoro y asesinarla allí mismo. Era muy conveniente, pensaron, porque en ese lugar había una rejilla por donde podría escurrir fácilmente la sangre, que sería mucha.
Anissa, diría luego a la policía, saber muy bien que para matar a alguien “no hay que mirar a la víctima a los ojos y es mejor hacerlo cuando está inconsciente o dormida”.
Fue por eso que, en los baños públicos, Anissa quiso primero desmayar a Payton golpeando su cabeza contra el concreto de la pared, pero no resultó. Morgan propuso ir hasta el bosque a observar a los pájaros y a jugar.
Payton se había enfadado con el golpe, pero desconociendo la finalidad macabra del juego que le proponían siguió con ellas hasta el parque. Morgan en el interrogatorio post-crimen le reconoció a la detective que la entrevistaba que “la gente que confía en usted se vuelve muy crédula”.
Cuando estuvieron entre medio de los árboles y la vegetación, Morgan y Anissa sugirieron jugar a las escondidas. El juego comenzaría con Morgan contando y con Anissa y Payton escondiéndose.
Anissa había convenido con Morgan que ella iba a ser “una leona corriendo a una cebra” e iba a taclear a Payton para tirarla al suelo.
Finalmente Anissa le exigió a Payton que se acostara en el piso y se tapara con hojas como para esconderse. Payton le hizo caso y cayó en la treta. Cuando la víctima estuvo en el piso el cuchillo que en ese momento tenía Anissa volvió a las manos de Morgan que se había acercado. Era Anissa la que tenía que gritar cuándo empezar.
“¡Ahora!”, gritó, “Enloquecete”. Y Morgan hizo lo que ya sabemos.
El policía que la interrogó le preguntó a Morgan qué hizo en ese exacto momento cuando la atacó. Ella, molesta por tener que volver a explicar lo que ya había contado, movió sus puños de arriba hacia abajo como un cuchillo y repitió ocho veces:
“Apuñalé, apuñalé, apuñalé, apuñalé, apuñalé, apuñalé, apuñalé, apuñalé…”.
Si bien la historia tiene detalles que varían según se tome el relato de Morgan o el de Anissa, se comprobó que la que concretó el ataque fue Morgan mientras Anissa fue una espectadora muy colaborativa.
El 29 de agosto de ese mismo año, unos días antes que Payton retornara a clases, el pueblo donde está el colegio al que asistían, hizo una feria para recaudar fondos para ayudar a pagar los gastos médicos de la víctima sobreviviente. Más de 250 voluntarios trabajaron ese día y recaudaron 70.000 dólares.
En septiembre de 2014, Payton Leutner pudo volver a clase. Ya no estaba Morgan sentada a su lado. Ni Anissa molestándola. Sus ex amigas estaban bajo un proceso judicial y médico que intentaba discernir qué había pasado por sus mentes para llegar a cometer semejante horror.
El retorno a la vida para Payton fue traumático porque el miedo todavía la acorralaba. Sobre todo, por la noche.
En agosto de 2017, Anissa se declaró culpable de intento de homicidio en segundo grado y, en diciembre de ese mismo año, fue sentenciada a 25 años en una institución psiquiátrica luego de que fuera declarada enferma mental al momento efectuar el ataque. Estará allí hasta cuando cumpla 37 años.
Morgan Geyser, por su parte, se declaró culpable de intento de homicidio en primer grado. Fue condenada a 40 años de reclusión en una unidad mental con tratamiento psiquiátrico. Podría estar presa hasta los 53. Fue diagnosticada con esquizofrenia y trastorno desafiante. Se supo que desde muy pequeña escuchaba voces y tenía alucinaciones.
VOLVER A VIVIR
La recuperación de Payton Leutner fue difícil tanto física como emocionalmente. Las cicatrices le dibujaban el cuerpo desde el cuello hasta las piernas y eran un recordatorio patente de lo padecido. Al volver a casa desde el hospital, Payton solo podía dormir con su madre. Tenía terror a descansar sola. Y hasta el día de hoy duerme con un par de tijeras rotas debajo de la almohada… “Solo por si acaso”, explicó en el primer reportaje que otorgó luego de lo ocurrido. También traba las ventanas.
Hablar le llevó varios años. Porque apenas ocurrido el milagro de su salvación ni ella ni sus padres abrieron la boca. Estaban demasiado golpeados y vulnerables. Rompió el silencio en una entrevista exclusiva con la cadena ABC, en octubre de 2019, más de cinco años después. En ese reportaje, Payton le dijo al periodista David Muir haber aceptado finalmente sus cicatrices y que, ahora, casi ni piensa en ellas:
“Son una parte de mí…. Seguramente vayan desapareciendo”.
Recordó que Morgan siempre hablaba del personaje Slender Man:
“Era raro. Me asustaba un poco. Pero lo dejé pasar y la apoyaba porque eso era lo que le gustaba (...) Le dije que me asustaba y no me gustaba”. También admitió “no me gustaba Anissa… Solo estaba con ella porque conocía a Morgan y ella la quería como una amiga. Pero Anissa era siempre cruel conmigo”.
La noche anterior a que la quisieran matar, Payton reconoció que había notado que las chicas actuaban de una manera extraña:
“Cuando miro atrás… ¿cómo no me di cuenta? Pero no me culpo, de ninguna manera. Nadie podría haber visto venir algo así”.
Ella consideraba a Morgan su mejor amiga y la recuerda como alguien “que tenía muchos chistes para contar,(… ) era muy buena dibujando y tenía una gran imaginación, siempre era divertida”.
Respecto del ataque, confiesa que “no sentía realmente nada, mi cuerpo estaba en shock (...) No podía hacer foco porque mi cuerpo estaba luchando por mantenerse vivo…”. Y sí recuerda, le dijo a ABC, el momento cuando se despertó de las cirugías: “Lo primero que pensé es ¿las agarraron? ¿están detenidas? ¿o están todavía libres?”.
Si pudiera decirle algo a Morgan, curiosamente, reveló que le agradecería: “Probablemente, inicialmente le diría gracias. Porque gracias a lo que ella hizo yo tengo la vida que tengo hoy. A los 12 años no tenía un plan, pero ahora después de todo lo que pasé lo tengo.
Parecería que nadie que hubiera pasado por lo que yo pasé podría decir eso… pero verdaderamente es lo que siento. Sin toda aquella situación no sería quien soy hoy”.
Payton se refiere con esto a, por ejemplo, sus planes de estudiar medicina. Lo ocurrido sobre su cuerpo plantó la semilla vocacional.
Hoy, con 18 años, Payton Leutner ya está preparada para enfrentar su historia y seguir adelante con su vida extra. Esa que se ganó con sus ganas de sobrevivir.
UNA TRAGEDIA PARA CONTAR
Los condimentos de esta historia y la edad de las víctimas convirtieron al caso en un tema apto para todas las taquillas. Además, generó un profundo debate sobre el rol de Internet en el caso y sobre el impacto en chicos de esa edad.
En aquel entonces, el jefe de policía de Waukesha, Russell Jack, dijo que el hecho debía convertirse en un “alerta para despertar a los padres... así como Internet puede ser un lugar lleno de información maravillosa para aprender y enseñar, también puede ser un lugar lleno de oscuridad y cosas malévolas”.
En la discusión sobre el tema, Shira Chess, de la Universidad de Georgia, dijo algo obvio y cierto: que las historias de creepypasta no eran más o menos peligrosas que las de vampiros y zombies. Sin dudas, el problema está en la mente de quién procesa eso como algo real.
El filme documental Cuidado con Slender Man fue emitido por HBO, el 23 de enero de 2017. El famoso programa de tevé norteamericano 20/20, de la cadena ABC, puso en el aire -en octubre de 2019- en exclusiva, un episodio de dos horas llamado The Wicked (La Maldad).
Allí reconstruyó la historia con los interrogatorios policiales, donde se ve a las dos chicas acusadas relatar los hechos; los dichos de los investigadores y la primera entrevista con Payton Leutner y sus padres.
En octubre de 2018, la película Terror en el Bosque, inspirada en el caso, fue producida por Christina Ricci y fue emitida por Lifetime. También en 2018, salió a la luz la película Slender Man, que claramente remite a esta historia, protagonizada por Joey King. El filme recaudó 52 millones de dólares.
En la serie La ley y el Orden, en el capítulo 16, se hace referencia al caso y, en Mentes Criminales, también hubo, en 2018, un episodio dedicado a él.
En marzo de 2019, la saga sobre la trágica historia de Payton siguió con la película Mercy Black, que aludía al personaje Slender Man, dirigida por Owen Egerton, y que fue puesta en el aire por Netflix. Allí se narraban los sucesos de dos amigas con esquizofrenia que intentan matar a otra para que un espíritu llamado Mercy Black, las beneficie.
Pero todo lo que pretende contar la ficción, ya lo dijo la realidad. Una realidad donde la locura disfrazada de obsesión hizo estragos en ese trío inseparable de compañeras de colegio. Con solo 12 años Payton Leutner tuvo la fortaleza y la inteligencia para no quedarse quieta esperando una ayuda milagrosa. Le torció el brazo al destino y ganó una pulseada con la muerte que no consiguió convertirla en víctima.
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